Todos los caminos conducen a Roma.
Esta es una máxima que pesa sobre las cabezas de todos los pueblos que fuimos romanizados al principio de los tiempos. Las legiones trazaron su red de calzadas y desde cualquier rincón del imperio se podía llegar a Roma.
Atraído por su legado histórico, por dos veces tuve que suspender mi visita. Una, por motivos personales, otra, laborales, pero a la tercera fue la vencida y conseguí llegar a Roma, al kilómetro cero, Umbilicus Urbis.
Toda una vida hace falta, dicen, para conocer Roma, nosotros teníamos escasos cuatro días, por eso tuvimos que multiplicarnos.
Por dónde empezar, Roma está cuajada de historia y monumentos, pues Bus turístico para ir tomando conciencia de todo lo que atesora la ciudad y luego a patear y a visitar ordenadamente. Sin animo de elaborar una guía recordaré aquí lo más impactante y recomendable.
EL COLISEO
El Coliseo y el Foro, dos ecosistemas con vida propia, el mayor polo de atracción de turismo y admiración de Roma. Si tienes tiempo y dinero elige guía y recórrelo todo a fondo, si lo que es impresiona ahora, lo que tuvo que ser nos maravillaría.
Decenas de iglesias con sus majestuosas cúpulas, pinturas, esculturas, auténticos museos dignos de visita. Todas las que quieras y más. De entre ellas destaca con vida propia la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Elige bien la hora de la visita para evitar las interminables colas.
Entre los sitios más famosos, la Fontana de Trevi, que te sorprende allí embutida entre edificios y plagada de turistas haciendo selfis y tirando monedas de espalda esperando algo a cambio según su leyenda.
Las fuentes de Roma son espléndidas, otra plaza destacada y repleta de ellas y de vida es la Piazza Navona, centro de vida cultural, social y turística de Roma.
Su rio Tiber (Tevere) recorriendo la ciudad nos ha dejado puentes ejemplares, como el del Castillo de Sant´Angelo y los de la isla Tiberina. Tantos puentes como el visitante quiera admirar, no hay problema.
EL TRASTEVERE
Al otro lado del Tiber (Trans Tiberis) se encuentra el barrio del Trastévere, una pequeña ciudad de calles adoquinadas y edificios medievales plagada de bares, pizzerías, trattorías y restaurantes. El paraíso de los amantes de la pasta, la pizza y los hornos de leña.
Y para los amantes de las leyendas la Loba Capitolina, cuya estatua amamantando a Rómulo y Remo (una réplica) puede verse en una esquina de la Plaza del Campidoglio o en los Muses Capitolinos (la original).
La Bocca della Veritá es otra de las posibles visitas. Máscara de mármol que se hizo famosa en la película Vacaciones en Roma, de 1953, donde Gregory Peck gasta una broma a Audrey Hepburn y populariza una leyenda, quien miente y meta la mano en la boca la pierde.
Las calles comerciales repletas de tiendas de amor y lujo se encuentran alrededor de nuestra querida Piazza di Spagna, alternando con los ristorantes en la zona del tridente, donde tres vías principales (Babuino, Ripetta y Corso) confluyen en la piazza del Popolo.
Y ya hemos más que agotado nuestro tiempo. Si quieres ver más tendrás que volver más veces a Roma, pues museos, hay los que quieras, monumentos por todas partes, plazas imponentes, estatuas a cientos, circos, termas, vestigios de un pasado esplendoroso en cada esquina, en cada rincón.
Roma, ciudad eterna. Nunca acabarás de conocerla.